Esta historia está basada en hechos reales
Pongámonos en situación año 194…, lugar un pequeño pueblo de Andalucía,tiempos difíciles para los más menesterosos, donde el poder y las riquezas estaban en manos de unos pocos por ende las diferencias de clases estaban muy diferenciadas. Las figuras más relavantes eran, el alcalde, el médico, el sargento de la guardia civil, los ricos terratenientes, por supuesto el sacerdote , con una clara superioridad sobre el resto.
Del cura trata este relato. Luís Álvarez Villamayor, de humilde procedencia como la mayoría de sus feligreses, ingresó a los doce años en el seminario,sus padres viéndose imposibilitados de darle una formación adecuada en cierto modo le empujaron para que ingresara, casi nadie apostaba que terminaría ordenandose, pero recibió la llamada de Dios , o valga usted a saber porqué tomó tal decisión.
Alto , elegante,tez morena ,grandes ojos verdes , mirada penetrante , complexión atlética, pelo frondoso, ocurrente, vivaz, inteligente, impulsivo, de fuerte carácter, quizá por ello el pueblo llano lo apodó como "El Cura Ventolera" , vestía sotana porque era de obligado cumplimiento , tocado siempre con un sombrero de teja, detestaba el bonete, aficionado a los toros y a los puros habanos. Hombre de luces y sombras, acudía al auxilio de los más necesitados, no tenía nada suyo, todo o casi todo lo entregaba al prójimo , amigo de la buena mesa , los buenos caldos y otros placeres mundanos. Excelente diplomático, conseguía estar bien con los poderosos y la clase trabajadora, mediador en los conflictos vecinales , director espiritual de las señoras pias del lugar, entre otras muchas tareas, propias e impropias de un sacerdote.
Las malas lenguas murmuraban , que era sospechoso como doña Rosalina señora del boticario, de misa diaria de siete de la mañana,acudía a diario a la sacristía, claro que ella era la encargada de las vestimentas sacerdotales y otros menesteres necesarios para la liturgia , esas mismas lenguas viperinas cotilleaban, que el único hijo de doña Rosalina era una viva estampa del cura, la buena señora no se cansaba de repetir sin que nadie le preguntase, que su hijo era un copia casi exacta de un tío suyo que marchó al extranjero . No sólo las visitas a la sacristía, sino también a la casa rectoral unidas a la personalidad de don Joaquín el boticario, un tanto ambigua , hombre débil, con gestos amanerados , alimentaban sospechas.