jueves, 21 de julio de 2016

UN CASO POR RESOLVER



El tres de noviembre de 2014. En el Blog Noticias Tesorillo, en la sección "El Cortijillo", fue publicado este artículo. He estimado oportuno evocarlo.

No todos los casos policiales se resuelven desgraciadamente, aunque podemos presumir de tener unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad muy efectivos, no todas las fechorias cometidas se descubren.


En España, tenemos casos relevantes, como el crimen de Los Galindos, acontecido en 1975. Donde cinco personas fueron asesinadas y los criminales jamás fueron revelados. Por cierto ese crimen ya ha prescrito. Hay otros más recientes, como los asesinatos de dos mujeres, Soledad Donoso en 1992 y Sheila Barroso en 2006, que siguen sin esclarecerse.

Para nada este escrito quiere ser macabro o funesto, les voy hablar de un caso, que quedó sin resolver y que tuvo su transcendencia en San Martin del Tesorillo.

El asunto tiene que ver con la escatología , para que nos entendamos y perdonen lo directo del lenguaje, con las "cagadas". Tenemos que remontarnos al invierno de 1968., Una mañana en los escalones de una determinada vivienda aparecieron restos orgánicos, que una vez examinados concienzudamente, resultaron ser de animales de dos patas.

Cuentan las crónicas que por la cantidad, los expendedores de tran desagradable presente, tuvieron que ser más de un animal bipedo , so pena que estuviésemos ante un auténtico glotón y a la vez corpulento , que todo pudo pasar.

La noticia circuló de boca en boca, no tardó en convertirse en la comidilla del pueblo, no se hablaba de otra cosa. Las mujeres comprando el pescado, los hombres en el bar,  en  la carniceria, por supuesto que los niños no hicimos eco también de tan desagradable suceso.

No habían pasado más de tres días, en otra vivienda, tambíen en los escalones de entrada, depositaron otro presente de idénticas características. Esta vez el regalo le tocó a un buen hombre, bonachón por naturaleza, buena gente pero un tanto bocazas. Esa persona difundió la noticia por doquier, perjurando que no pararía hasta encontrar a los autores de la tropelía, a los cuales les daría su correspondiente escarmiento, que estaría vigilante, para que no fuese otra vez víctima de tran atroz crueldad. ¿Imaginan lo que sucedió?. A las pocas fechas esas persona, fue obsequiada con identico regalo , si cabe aún mayor.

El/los autores, se conviertieron en "cagones" en serie, las "majadas" continuaron apareciendo en diferentes domicilios, sin saber el hilo conductor que los unia. El Sargento de la Benemerita, Comandante de Puesto. Un señor con una brillante hoja de servicios, entre sus méritos profesionales constaban. La detención de un roba gallinas, la incautación de una partida de tabaco de contrabando procedente de Gibraltar a unos mochileros de la Serranía de Ronda, el desmantelamiento de un campamento de gitanos, que se asentaron en los bajos del puente del rio Guadiaro. Entre otros destacados servicios, los cuales le avalaban como un excelente profesional.

El sargento, se hizo cargo personalmente de la investigación. Los hechos estaban causando alarma en la población, con el añadido,  que las deposiciones  aparecian en los domicilios de las personas mas pudientes e influyentes, por tanto la ocasión lo requería.

Según investigaciones propias, el Jefe del Puesto, ideó una estrategia para descrubir a los delicuentes. Para ello al margen de la pareja que todas las noches realizaba el servicio de correrias, otros números y el mismo con ropa de calle, se apostarían en los puntos estratégicos. De esa forma todo era cuestión de tiempo.

Se deduce que el cabecilla de la banda, era hombre hábil e inteligente, conociendo perfectamente la vida social del pueblo y los movimientos de los agentes del orden. Emulando al Zorro o al Tulipán Negro, desafió al Sargento y a sus subordinados. Tuvo la temeridad de perpetrar el delito en la puerta del Cuartel ubicado en la calle Cuesta, conocido como de los Carabineros. Ya que lo fue de ese cuerpo hasta su unificación con la Guardia Civil, pasando posteriormente a ser las residencias de los guardias que prestaban  servicio en la desapareciada estación de ferrocariles de Castellar.

Ni que decir tiene que aquello indignó más si cabe al perspicaz sargento. En su diaria partida de dominó en el Bar Central, a la pregunta de un compañero de partida, si se atreverian con el Cuartel. El suboficial muy laconicamente, respondió ." No creo que tengan cojones", nada más se habló del tema aquella tarde.

A la mañana siguiente, no hace falte que imaginen donde aparacieron los detritus orgánicos. En la mismisima puerta de la Casa Cuartel de la Guardia Civil. No cabe mayor osadía.

Las acciones delictivas cesaron, los autores quedaron en la más absoluta impunidad, hasta el día de la fecha nada se sabe de ellos.

Si alguien puede aportar alguna noticia sobre este asunto . Por favor  contacte con nosotros,  les aseguramos que guardermos el anonimato, solo pretendemos esclarecer un caso por resolver .

Si algunos de los autores lee este escrito, decidles que según la Ley de Enjuciamiento Criminal. El caso ha prescrito.




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