Antonio conocido
popularmente y cariñosamente como “El Mudito”, ha fallecido a la edad de 49
años. Consecuencia de fallos cerebrales que no ha podido superar.
Miguel Hernández, en su Elegía a su amigo íntimo Ramón
Sijé, escribía en uno de los versos de la composición
Un manotazo duro, un golpe helado,
Un hachazo invisible y homicida,
Un empujón brutal te ha derribado
Esas sensaciones siento desde
la tarde del día 17, cuando tuve noticias que mi íntimo amigo Antonio Sánchez y Sánchez , después de
luchar denostadamente contra la muerte al final sucumbía.
Es verdad que las noticias
eran desesperadas, que no había solución, para nada me cogió de sorpresa. Pero
hay algo dentro de nosotros que nos hace rechazarlo, por eso cuando recibimos
la mala nueva se nos desgarra el alma. Si a eso le añadimos
que era joven, que su marcha es muy prematura. Antonio hubiese cumplido los cincuenta el próximo tres de marzo, entonces el
dolor es aún más grande.
A pesar de la diferencia de
edad, le llevo doce años, nuestra amistad data de hace mucho. Al principio
cuando comencé a ejercer mi labor como policía municipal en el 1979. Por aquel entonces, los recibos del servicio de abastecimiento
de agua y recogida de basuras se cobraban casa por casa. Tendría Antonio unos
once o doce años y comenzó a acompañarme. Le encantaba portar la cartera de los
recibos, como cualquier crio de su edad se sentía importante.
Antonio con su hermana. |
Ahí comenzó una gran amistad,
me fue siempre fiel, respetuoso, haciendo caso a mis sugerencias, procesándome un
gran afecto, demostrándomelo infinidad de veces.
Antonio consiguió que nos entendiésemos
por el lenguaje de signos. Quiero aclarar, que no aprendí lo suficiente para
entenderme con otro sordo. Pero sí perfectamente con Él, tanto que en dos
ocasiones fui su interprete en sendos juicios a los que tuvo que comparecer.
Su familia fue la que me lo
solicitó, a lo que accedí encantando. Ya se podrán imaginar el grado de
comprensión y complicidad que existió entre nosotros.
Para mi fueron experiencias
únicas, irrepetibles, motivo de situaciones hilarantes al contarlas, que algunos
les costó creer. Siempre me estuvo agradecido y lo recordamos mil y una veces,
no se cansaba de contarlo a todo aquel que se lo requiriese.
Siendo aún un bebé sufrió una
grave enfermedad, que lo tuvo al borde de la muerte, ya de muy pequeño tuvo que
luchar de forma ímproba para poder sobrevivir. Consecuencia de esa enfermedad fue
su sordera. Así nació el apelativo del mudito, hasta el final de sus días.
En la adolescencia acudió a
colegios especializado para sordos, ahí le enseñaron a articular el lenguaje y
por supuesto el de signos. Cuando nombraba mi apelativo Pacurro a la erre le
daba un énfasis especial alargando la letra, quedando en el aire un “Pacurrrrrrrrrrro”
muy sonoro, circunstancia que era motivo de risas generalizadas.
Marzo de 1991. Celebrando el ascenso de la U.D.Tesorillo. A la izquierda se puede observar el también tragicamente desparecido David Oña. Fuente Europa Sur. |
En 1988 entra a formar parte
de la O.N.C.E. como vendedor de cupones, hasta hace aproximadamente dos años
que le jubilaron por enfermedad, ya venía maleando.
Personaje popular, querido por
todos, no tenía distinción de edad, sexo, condición social, a todos saludaba,
con todos bromeaba, a todos les soportaba bromas. Era de todos, patrimonio de
Tesorillo y los tesorilleros.
Hincha de la Unión Deportiva
Tesorillo, seguidor ferviente, formó parte de la directiva y durante varias
temporadas fue encargado de material.
Despierto, inteligente, con
una gran facilidad para saber quién merecía o no su confianza, calando como se
suele decir rápidamente a las personas.
Al menos queda el consuelo que
fue una persona querida, por sus padres y su hermana Paqui y el resto de familiares . No es menos cierto
que sus padres murieron jóvenes, sobre todo su padre, le costó superarlo. Pero
su hermana suplió con creces esas faltas, ha sido a la vez hermana y madre.
Era más que comprensible verla
hundida, cuando centenares de tesorilleros y no tesorilleros en una tarde
gélida con una ligera agua nieve, acudimos al cementerio a darle nuestro último
adiós.
En estos casos sobran las
palabras, no hay fórmula para mitigar el dolor, solo nos queda decirle a Paqui, que lo
sentimos en el alma. Si le sirve de algo que fue muy querido por sus paisanos y
por todo aquel que le conoció.
Hasta siempre amigo. Te
prometo una cosa, no desvelaré a nadie esos signos que teníamos en secreto, que
muchas veces nos sirvieron para comunicarnos sin que nadie se enterase, por
mucho que lo intentaran y que tanta gracia te hacía.
Para finalizar vuelvo a los versos de la Elegía de Miguel
Hernández
Temprano levantó la muerte el vuelo,
Temprano madrugó la madrugada,
Temprano estás rodando por el suelo
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