miércoles, 15 de febrero de 2017

Maestro Cerralbo


                                                                           
                                                                                                                                        Hace ya algún tiempo, una persona muy formada me aclaraba la diferencia entre poder y autoridad. Poder tiene aquel, el cual es obedecido por una  situación impuesta de  superioridad, consecuencia bien por las armas, el miedo, puesto  de mando en el trabajo. Poder tienen los dictadores, los empresarios que amenazan con el despido etc.
Autoridad la posee aquel que por  sus cualidades humanas, cultura, bondad, personalidad,  habilidades sociales etc., se gana el respeto generalizado y los demás lo colocan sin condicionantes en un lugar preeminente.
Hecha esta pequeña introducción, paso a comentar la figura de Antonio Cerralbo González, natural de Manilva ( Málaga) , fallecido en San Martín del Tesorillo el 18/09/1978 a la edad de 97 años. Casado con Victoriana López, del matrimonio nacieron cuatros hijas, María, Dolores, Antonia y Rosa.

Antonio fue conocido como el Maestro Cerralbo, una persona con poco poder pero con una enorme autoridad, reconocida por todos los que le conocieron  en su longeva existencia.
Nacido en 1881, el 29 de junio ,  llegó a nuestra localidad en 1900 para instalar la red eléctrica, que por esos entonces se abastecía de saltos de agua, quedándose para  siempre.  Con anterioridad ya   trabaja  para  Los Larios. Siendo empleado de la fábrica de cañas de azúcar en Sabinillas conoció a su esposa, nativa de Casares



Ejerció como mecánico primero para los Larios y posteriormente para la Casa March, hasta 1940.  Una  vez realizada la parcelación de la colonia de San Martin del Tesorillo, se estableció por su cuenta, adquiriendo el taller donde trabajaba, ubicado en el Patio Grande de calle San Pedro.
Fue  chofer del primer automóvil que pisó   el suelo de Tesorillo, un Ford T el primer vehículo fabricado en serie.  De solo dos velocidades, las cuales había que accionar con el pedal de embrague. El punto muerto estaba en la mitad, pisando a fondo la primera y levantando un poco la segunda, de ahí que en España se le conociera como el Forito de Pedales.
Hombre de una extraordinaria inteligencia, hubiese sido sin ningún tipo de dudas un excelente ingeniero. Pruebas hay de ello, cuando en 1929 la avioneta del afamado diestro de la época “El Algabeño” no pudo despegar, siendo arrastrada por una yunta de bueyes hasta el taller del Maestro Cerralbo, donde fue reparada.  Mucho más posterior en los sesentas,  el horno de Blasa Fernández sufrió una avería, la pieza tenían que enviarla desde Barcelona.
La única forma que desde tan lejos remitiesen la pieza, era enviarle al lugar de origen una plantilla de madera. Ahora bien, no podía variar un milímetro. El Maestro Cerralbo fue el encargado de diseñar la plantilla, el resultado, exactitud milimétrica. En Barcelona no daban crédito que un simple mecánico de un pueblecito de Andalucía, hubiese realizado tan excelente y a la vez complicado trabajo.


 Con un buen sentido del humor, valga un par de  anécdota. Llegó a su taller un campesino con un arado para repararlo. A esto que el Maestro le espeta, “Eso va a ser por el aceite, creo que les has echado mucho” a lo que el interpelado le responde, “Maestro solo el que usted le echó el año pasado “. O aquella, que muy de mañana y a lomos de una burra le traen dos arados para repararlo, mientras se reparaban  el propietario fue a tomar  una copa, una tras otra. Viendo El Maestro que el estado del  propietario de los arados no iba a ser el más idóneo, bien avanzada la tarde cargó los arados en la burra. Muy seriamente se dirige al animal y le suelta, “Burra tu dueño está hecho un satélite”
De complexión delgada, estatura media, enjuto de rostro. Persona educada, afable, de un exquisito trato hacia los demás,  dispuesta a ayudar a los más necesitados, en su taller se realizaron  innumerables favores.
De fuertes convicciones religiosas, católico practicante, pero para nada lo que conocemos popularmente  como beatos o capillitas. El Maestro fue un cristiano auténtico, predicando con el ejemplo.
Figura clave para que nuestra Semana Santa permaneciese a lo largo de los años. Él fue el gran bienhechor de esa fiesta religiosa, trabajó con encomio de una forma discreta hasta que sus fuerzas aguantaron, para que cada Viernes Santo saliese a la calle nuestros desfiles procesionales. No conformándose con ello dejó el legado a sus descendientes, para cuando ya no estuviese entre los vivos ellos se encargarían de la labor, como así lo hicieron.
Hay mucho que contar y todo bueno del Maestro, yo lo englobaría en dos palabras “Santo varón”. Es cierto que gozó del reconocimiento, cariño, respeto, fue como expresé anteriormente una autoridad.
 Yo que de lo único que puedo presumir es de haber pateado durante muchos años las calles de Tesorillo, jamás oí un mal comentario sobre la figura del Maestro Cerralbo, todos y cuando escribo todos son todos, los que le conocieron guardan un excelente recuerdo de este gran hombre. 
Pero no es menos cierto que no tuvo jamás un reconocimiento público, nadie como él mereció un homenaje, que se le nombrase tesorillero adoptivo,  tesorillero ilustre o lo que fuere.
Alguien pensará, que existe  un paseo que lleva su nombre, y no le faltará razón. En el 2008, la E.L.A. presidida por Belén Jarillo, acuerda dar el nombre de Maestro Cerralbo a un nuevo paseo, que une las calles San José y San Pablo.
Todo se redujo a la colocación de las correspondientes placas por parte de los operarios y punto final. Nada de solemnidad ni publicidad. Aplaudimos el hecho, pero no tuvo la transcendencia que merecía.


El Maestro, dejó  tras de sí una gran hornada de buenos mecánicos, entre ellos sus nietos Miguel y Antonio. El apellido Cerralbo sigue muy presente en nuestra zona en el negocio de la automoción. Y continúa, una cuarta generación sigue trabajando en esa especialidad, no solo en esa, sino  también en la  aeronáutica.
La admiración que proceso por Antonio Cerralbo, me viene por el enorme prestigio adquirido en su dilatada vida y sobre todo por la influencia de mi padre. Pacurro el viejo, simplemente sentía devoción por el Maestro. Cuando hablaba de él y no exagero cambiaba el tono de voz. Fue el principal valedor para que una calle llevara su nombre. Desgraciadamente falleció en el 2005 y no pudo ver hecho realidad su deseo.
Muchas, muchas veces, me habló de la bondad de nuestro personaje. Como en el corazón del Maestro no hubo hueco para el rencor u odio. Como prueba contundente, en los años preliminares a nuestra guerra civil sufrió más de un desagravio  por su condición religiosa. Antonio supo perdonar a aquellos que le ofendieron, como  buen cristiano que siempre lo fue.
Entre los más mayores la memoria del Maestro Cerralbo aún perdura, pero mucho me temo que se va difuminando entre las nuevas generaciones. Por parte de quienes corresponda,  es necesario que se difunda la figura de un buen hombre, que amo a Tesorillo y a los tesorilleros,   para que siempre perviva en el recuerdo, alguien que fue  un ejemplo a imitar, un crisol de virtudes, una autoridad y  un Maestro con mayúsculas.





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